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¿Qué pasará con la basura en Saltillo? Relleno sanitario está casi saturado

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El relleno sanitario está casi llegando al límite de su capacidad

El relleno sanitario de Saltillo está llegando a su límite. La fosa número siete, ubicada al sur de la ciudad en las inmediaciones del ejido La Angostura, se encuentra cerca de agotar su capacidad antes del tiempo estimado, debido al aumento inesperado en la generación de residuos sólidos.

Como respuesta, el municipio ya analiza la apertura de una nueva fosa para continuar con la disposición final de la basura sin afectar el servicio ni el medio ambiente.

Aníbal Soberón Martínez, director de Servicios Primarios, informó que se están llevando a cabo estudios técnicos para definir la ubicación, diseño y capacidad de esta futura celda, que sería la número ocho del complejo.

“La séptima fosa está por concluir su vida útil. Pensábamos que duraría más, pero el volumen de desechos ha superado con creces las proyecciones originales”, explicó.

De acuerdo con cifras del municipio, el relleno sanitario recibe diariamente entre 800 y 1,000 toneladas de basura, producto de actividades domésticas y comerciales.

Esta cifra refleja una tendencia nacional: en promedio, cada mexicano genera cerca de 1 kilogramo de basura al día, lo que en una ciudad como Saltillo, con cientos de miles de habitantes, representa un reto constante para la gestión de residuos.

¿Dónde está ubicada la actual fosa y por qué está por agotarse?

La fosa número siete se encuentra en el relleno sanitario municipal al sur de Saltillo, cerca del ejido La Angostura. Fue diseñada para operar durante varios años, pero su vida útil se ha visto recortada debido al incremento no previsto en la cantidad de residuos que recibe diariamente.

El aumento en el consumo de productos desechables, la falta de separación de basura y el crecimiento poblacional han sido factores determinantes.

¿Qué consecuencias tendría abrir una nueva fosa?

Aunque la creación de una nueva fosa permitiría mantener operativa la disposición final de residuos, también representa una carga ambiental significativa. Estas estructuras requieren un manejo especializado para evitar filtraciones al suelo, controlar emisiones de gases como el metano y tratar adecuadamente los líquidos lixiviados.

Además, la construcción de nuevas celdas implica altos costos económicos, procesos de evaluación ambiental y seguimiento normativo, lo cual representa un reto para las autoridades locales.

Soberón Martínez indicó que ya se trabaja en conjunto con la Dirección de Medio Ambiente y Planeación Urbana para garantizar que la nueva fosa cumpla con los requisitos legales y ambientales. “Es un proceso técnico que lleva tiempo, pero no podemos esperar a que la capacidad actual colapse”, advirtió.

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